Contrariamente a lo que pueda pensar el imaginario popular y a mis propios gustos, cocino muy poco. Últimamente, cada vez menos. Resulta que las cuestiones que atañen al hombre moderno me mantienen fuera de casa casi todo el día y los fines de semana me dedico a despuntar otros vicios, cualesquiera sean. Lo cierto es que dispongo de poco tiempo para cocinar y de la obligación de alimentarme varias veces por día casí como el resto de los mortales.

Si bien alimentarme en esta condiciones no suele ser dificil, si, suele tener una carga importante de azar en cuanto a los lugares y menúes. Así fue que un miércoles de mucho cansancio decidí darle una nueva oportunidad a Il Gatto Trattorias e ir a cenar a su sucursal de la calle Irigoyen 181.

Todas las veces que visite alguna sucursal de la cadena comí pastas o, simplemente, me dedique a tomar cerveza, café… algo. Esta vez quise darle una oportunidad a sus pizzas y encargue una de dos variedades:

  • Cipolle e panceta. Pizza con salsa de tomate, cebolla glaseada, panceta salteada, salsa crema, queso parmesano, hojas de rúcula y un toque de oliva. $36.
  • Quatro formaggi. Salsa de tomate, mozzarella, queso azul, fontina y parmesano, perfumada con pesto, oliva y pimienta negra. $49.

Balance: Positivo. Si bien esta cadena restaurantes no es precisamente una de mi top of mind y lo digo siempre,  debo reconocer que se portó bien… una vez más. Al lugar ya lo conocía, la atención fue la misma de siempre y la pizza muy buena.

La pizza de panceta, rúcula, cebolla glaseada y demás, seguramente no es uno de los platos más sanitos que comí por estos días pero siempre está la opción de tomarlo con gaseosa ligth o agua para equilibrar…  😛