Desde hace algún tiempo vengo machacando con cierta desazón que el sector gastronómico es una fuente de trabajo pero no registrado. Trabajo informal lo llaman quienes quieren parecer elegantes, trabajo en negro le dicen otros sin tanto preámbulo.
Hoy vengo con otra problemática que va muy de la mano con la anterior: es (casi) imposible pagar con tarjeta en restaurantes en Córdoba.
Como para muestra basta un botón, voy a relatar un ejemplo personal. Anoche, sin ir más lejos, quise salir a cenar pero lo cierto es que no disponía de efectivo. Más allá de que por elección personal (control de gastos, sumar km de LanPass para futuros viajes, etc) trato de pagar las cenas con tarjeta de crédito, ayer no disponía de efectivo en la billetera pero si una tarjeta Visa por lo que en principio era lo mismo, nada impediría un paseo de sábado por la noche.
Antes de salir, leí algunas reseñas de restaurantes para tomar la decisión y me dí con la noticia de que:
- Huarike, un restaurante peruano en el que al parece se come bastante bien… no acepta tarjetas, solo efectivo.
- Lo de Villalpando, me confirmó por Twitter que ellos tampoco aceptan tarjetas. Por ser amigo de la casa ofreció darme fiado bajo compromiso de pago. (Btw, ¡gracias!)
Al leer que un restaurante que al momento no conozco aceptaba tarjeta, salí de mi casa en Nueva Córdoba y fui hasta Argüello para el gran banquete pero resultó que…
- En Tumi, pese a que en la nota publicada en La Voz del Interior especificaba que acepta(ba) Visa, al llegar a la puerta me aclararon con una sonrisa que el pago es solo en efectivo.
- Continué mi marcha hasta El Bodegón de Argüello donde mientras me acompañaban hasta una mesa hice la pregunta clave y no, tampoco aceptaban tarjetas por lo que me acompañaron hasta la puerta disculpándose y explicando la situación. Agradecí la amabilidad y me retiré.
- Seguí algunas cuadras más, tomé Heriberto Martinez, luego Recta Martinolli y llegué a El Chiringuito. En este restaurante pequeño con un salón de ambiente bastante pesado por el olor a pescado tampoco aceptaban tarjetas por lo que decidí emprender el retorno al centro.
- Recorrí algunas cuadras por Recta Martinolli, estacioné frente a Casa Bavaria y bajé con el motor en marcha casi como anticipándome a la respuesta de una pregunta que todavía no había realizado. Efectivamente, los amigos alemanes tampoco aceptan tarjeta.
- Consciente del roce internacional que tuvo la gente de Fusco y contra el pronóstico del amigo Roberto Battaglino, fui y adivinen como me fue… mmm no, todo muy lindo cuando viajamos por los cinco continentes pero acá se cobra solo con el método japones: tiki-taka.
A esta altura de la noche ya estaba cerca de la 00:00hs por lo que el abanico de opciones se había reducido más. Ahora debía lidiar con dos problema, que la cocina esté aún abierta y que acepten tarjeta. Fue entonces que recordé una charla con Gabino Escribano en El Celta Restaurant paella de por medio. Ese sábado al mediodía Gabino contaba que una de las políticas del restaurante es la de respetar el tiempo de comida de los clientes, si un cliente pide algo (plato, vino o lo que sea) y se demora, por más que haya sobrepasado el horario habitual de cierre… al cliente en este restaurante se lo respeta. Esta era la última carta que me quedaba por jugar.
Camino a barrio Cofico paré en un lugar más como para sumar una risa a lo que a esta altura ya era un juntadero de anécdotas y no una salida a cenar. Me detuve en Av. Rafael Nuñez para consultar en Pisco Mar Restaurant porque la idea original de la salida era comer platos peruanos. Todavía tenían la cocina abierta y aceptaban tarjetas, pero solo Mastaercad y Maestro, yo esta vez solo había llevado la Visa por lo que no me pude quedar pero sumemos el poroto al lugar y ya volveré para probar sus platos.
Ahora bien, pasando por alto que llegué a El Celta pasada la medianoche y que pude comer unos deliciosos raviolones de salmón, que pude pagar con tarjeta y que la atención (pese a mi horario de llegada) fue impecable como siempre, vuelvo al problema original, ¿puede ser que en una ciudad como Córdoba sea casi imposible pagar una cena con tarjeta de crédito?
Y aquí no puedo evitar hacer una comparación con mi viaje a Europa donde pude pagar todo con medios electrónicos (y los llamo así para no aclarar que algunas cosas también se pueden pagar con Paypal) o a mis viajes a Chile, si, el país que está a una hora de vuelo, donde tienen tan aceitado el tema que hasta es usual dejar propina abonando con tarjeta, beneficiando a todos en la cadena.
Por otra parte, «la rentabilidad» o la inflación no son excusas en este caso porque si los restoraneros van a ampliar la contribución marginal de sus productos cagándose en los empleados que son los que definen el servicio y en los clientes que somos quienes llevamos el dinero al punto de venta creo que a mal puerto vamos. También están, claro, la presión fiscal y los plazos de pago de las tarjetas, ambos puntos no pueden pasarse por alto porque juegan un rol determinante pero no invalidan la razón de ser de mi «reclamo».
Quizás esté pecando de apresurado al sacar una conclusión pero me parece que estos son errores inaceptables en una ciudad/provincia que dice ser un destino turístico. Creo que es momento de dejar de negrear y comenzar a hacer las cosas bien, señores; o que, ¿mi plata no vale?
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Silvia
Un auténtico periplo, Mauro. No conozco a nadie que no pueda aportar una anécdota en este lamentable sentido.
¡Bien por la gente de El celta! No es un dato menor y se merecen reconocimiento por apostar a hacer al cosas no solo bien, sino también distinto al común denominador.
Slds.!
Mauro
Mi vida es un calvario 😛
Martin Aberastegue
Me quedo con tu pedido nomas, que bueno sería que dejen de negrear y hagan las cosas como se debe, porque a la larga termina siendo un porcentaje altísimo el que se pierde por no aceptar (blanquear) pagos con tarjetas. En esto siempre pienso en McDonalds, un lugar en donde podes ir con la tarjeta que se te ocurra y la van a aceptar, porque están preparados para eso, están listos para hacer negocios como se debe, porque saben
Martin Aberastegue
Me quedo con tu pedido nomas, que bueno sería que dejen de negrear y hagan las cosas como se debe, porque a la larga termina siendo un porcentaje altísimo el que se pierde por no aceptar (blanquear) pagos con tarjetas. En esto siempre pienso en McDonald’s, un lugar en donde podes ir con la tarjeta que se te ocurra y la van a aceptar, porque están preparados para eso, están listos para hacer negocios como se debe, porque saben que cada cliente cuenta y no lo ven como una entrada del día sino como una inversión a largo plazo. Vos fuiste un día a restaurantes que podes contar con casi tus dos manos y todos esos perdieron por ahora un cliente ese día y de acá a un año que sera cuando capaz algún día te acuerdes de pasar a ver si ahora aceptan tarjeta de crédito, ni hablar de los que pierden ahora que te leímos.
El día que se deje de ver cada comisión como un gasto y se lo contabilice como una inversión, las cosas van a mejorar y mucho en nuestra ciudad.
Mauro
Coincido con vos Martín.
Dayana
Paso a contar un datito de color sobre este tema: mi mamá tuvo un accidente doméstico y se quebró un brazo, tuvieron que operarla para ponerle un clavo.
En el Sanatorio Allende pude pagar LA OPERACIÓN (no incluía honorarios profesionales) con débito y las prótesis las compramos vía transferencia bancaria. Estamos hablando de algo que tuvo un costo de cinco cifras, relacionado con la salud y que obviamente implica una situación súbita e inesperada para todos.
Así que ayer cuando estábamos pagando me acordaba de este post y pensaba cuán ridículo es que sea más fácil pagar una cirugía que un plato de ravioles en la zona del Cerro. Realmente no sé qué tienen en la cabeza los restauranteros, más aún en estos tiempos.
Y ya que hablo del Sanatorio Allende, hoy le trajeron un almuerzo a mi mamá y fue mejor que el de muchos lugares donde he ido a comer.
Era un pollo al verdeo acompañado con una papa libro, muy bueno (sin nada de sal, como en cualquier hospital). A la señora de la cama del lado le dieron una terrina de remolacha con otra cosa (no sé qué era, pero el flancito se veía morado y anaranjado) y una patamuslo.
Y las dos tenían de postre ensalada de frutas naturales frescas, nada de lata ni con las manzanas oxidadas como se ven en algunos kioscos.
Una lástima que a mi celu no le funcione la cámara, sin dudas merecían una foto los platos.
El bar también está bien surtido y tiene precios razonables para estar dentro del lugar (una coca individual, un té, una medialuna y dos mafaldas $170). Tiene muchas opciones de pastelería y varias cosas saladas (estuve ayer a la tarde/noche así que de eso no había tanto). Las mafaldas estuvieron muy ricas, y se notaba buena calidad de los ingredientes. Sumó un poroto que la moza me preguntó si las quería tostadas.
Si querés chusmearlo, tenés el de Nueva Córdoba a mano y no te hace falta ser paciente ni nada para ir a tomar un café.
Espero que no te toque crónica culinaria de hospital, pero si pasa pongo mis fichas en Sanatorio Allende para reseña de Mis Fotosecuencias.
Merienda en La Bonina - Mis Fotosecuencias – Mis Fotosecuencias
[…] finalizar la merienda, en la caja dejaron en claro que son parte de la imposible misión de pagar con tarjeta en Córdoba pero por suerte habíamos tomado la precaución de llevar efectivo. De todas formas, esto no opaca […]