El maní en Córdoba es un diamante en bruto, al menos en lo que respecta a la gastronómica de la ciudad. Mientras unas 310000 hectáreas de la provincia se dedican al cultivo del maní que luego terminan generando un negocio de unos US$800 millones los restoraneros de la ciudad parecen no saber que existe esa materia prima. O quizás si lo saben pero el brillo del salmón inyectado con antibióticos para poder viajar durante horas en dudosas cadenas de frío antes de llegar al restaurante los obnubila y no los deja abrir el juego a la materia prima local. Nunca sabremos bien por que pero así parece ser.
En una nota que leí en la web de la Cámara Argentina del Maní (y que recomiendo leer para entender el escenario: El maní argentino, un negocio que mueve US$800 millones) me enteré de que el consumo de maní en Córdoba es menor a los 200 gramos por habitante por año mientras que por ejemplo en Estados Unidos y China ronda los 4 kilogramos por habitante en igual período de tiempo.
Como se podrán imaginar, la presencia de maní en los restaurantes de Córdoba es nula. Solo es usual verlo en los carritos de praliné de las paradas de colectivo del centro, en algunos bares acompañando cervezas y no mucho más que eso. En lo personal solo recuerdo haber probado algo con maní en un restaurante en dos oportunidades: Ancas de rana con hummus de maní en Luisa, un restaurante de Paula Massuh en Carlos Paz que ya cerró, y Helado de maní en El Taller en Río Cuarto.
Es por eso que grande fue mi sorpresa al enterarme de que en la localidad de General Cabrera se realizó el festival gastronómico Sabores del maní que contó con la presencia de Martín Molteni y Olvaldo Gross entre otros cocineros con el fin de promocionar al maní como materia prima gastronómica. Pero más grande aún fue mi sorpresa cuando pese a no haber podido asistir al festival recibí un presente con variedades de maní para comer en la tranquilidad de mi hogar. 🙂
¡Gracias y nos vemos en la próxima Sabores del Maní!