Al fin volvimos a las caminatas nocturnas por restaurantes, una sana costumbre que luego de un impasse de casi seis meses comenzaba a hacerse extrañar.
- Thian de vegetales a la plancha,
- Sorrentino relleno de chorizo, queso muzzarella y tomates en cocción a la plancha.
- Maridado con un vino Cafayate Malbec.
Cumplida con la entrada partimos raudamente con rumbo a The Breacan donde comerimos los principales:
- Roule de Pollo con mousselina de arvejas y pistacho, calabazas asadas y carbonada de vegetales,
- Lenguado con crema de hinojo y cake de limón,
- Maridado con vino rosado Sol Amante.
Terminados los principales y con Mark, chef propietario, en el salón charlando de fútbol y wiskys fuimos en masa a conocer The Cellar Bar, el espacio de bebidas recientemente inaugurado. Pero el tiempo pasa y la noche no detiene su curso, así que seguimos camino rumbo a Guantanamera Restaurante en busca del tan preciado postre:
- Tostada francesa con almíbar, helado, chantilly y mamón.
- Acompañada con un Daikiri.
Debo reconocer que fuimos a Guantanamera en busca de sabores, pero la isla no solo tiene sabores sino que también tiene ritmo. Tal como me lo había adelantado Pedro, propietario del lugar, nos ibamos a encontrar con una sorpresa. Pues si, y fue Roberto el encargado de hacernoslo saber cuando nos empujo hasta la pista de baile ubicada en la parte posterior del salón para enseñar como se vive el ritmo en Cuba.
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