Perdí de vista la primera vez que vine a Cordoba. Haciendo cálculos a las apuradas supungo que tiene que haber sido allá por 1992 más o menos, de turista por supuesto. Luego volví algunas veces más hasta que en el año 2000 vine a estudiar y finalmente decidí quedarme a vivir acá. De todas esas visitas a Córdoba recuerdo como una constante a lo puestos de Panchos electrónicos de la peatonal. Quizás no hayan sido tantos, si, quizás, pero son parte de los recuerdos que guardo de aquellos momentos y sin siquiera haberlos probado.
Luego de vivir por más de 10 años en la ciudad y siendo una persona que visita poco el centro de la ciudad, decidí ir a conocer alguno de los pocos locales que todavía ofrecen Panchos electrónicos. Activé el iPod y caminé desde Nueva Córdoba con dirección al centro. Tomé Obispo Trejo que en algún momento pasó a llamarse San Martín y yo seguí caminando. Crucé la Avenida Colón y seguí caminando porque sabía que en algún momento daría con algunos de estos locales. Suponía que alguno debía quedar activo y así fue.
El lugar que encontré era tan diminuto como libre de protocolos y no de los mejores que visite si de higiene hablamos. Ingresé, realice algunas preguntas de rigor, ordené y pagué sin saber que contaban con un mozo que recorre el lugar atendiendo a los clientes. Me invitaron a esperar sentado y se comprometieron a enviar mi vuelto. Así fue que minutos después recibí el vuelto y posteriormente mi almuerzo.
Para quienes desconozcan, el pancho electrónico reemplaza el habitual pan de viena por un recubrimiento de masa de panqueque cocido en una máquina electrica. No llegué a distinguir si la salchicha se cocina previamente en agua o lo hace por completo en la máquina. El resultado es un «coso» al que se le realiza un corte de punta a punta donde luego se le agrega aderezos tal como al pancho tradicional.
Luego de un chistecito mientras escribo este post, el amigo Alejandro me recordaba que en el noroeste del país también se los conoce como «Panchuques», principalmente en la zona de Tucumán, Jujuy y por allá arriba.
El resultado:
El pancho electrónico no es más que eso, un pancho. Una comida económica para realizar al paso y cuyo precio es considerablemente inferior al de, por ejemplo, un choripán. Para ser más explicito, cuando un choripán en el carro de El Dante cuesta unos $25 sin bebida, el Pancho electrónico se comercializa en la peatonal de la ciudad a razón de 2 por $15 e incluye un vaso de gaseosa Coca Cola.
Mejor o peor, no lo sé. Lo único que se es que hace más de 20 años los veo allí y hoy me dí el gusto de romper con mi rutina e ir a probarlos ya que si hablamos de fast food sin dudas hicieron más méritos que la hamburguesa de una conocida cadena para ganarse el título de «Menú cordobés». 🙂
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Adriana
quisiera info de alguna fábrica en donde pueda comprar la panchuquera y q no sea x mercado libre .gracias