Año 2002. Mesa de «Miércoles de amigos». Palabras iban y venían, promesas también y ciertas esperanzas por supuesto también sobrevolaban. Resulta que una parte de mi grupo de amigos de Formosa vino a estudiar a Córdoba. De esos, solo algunos sobrevivimos a los primeros embates de la nostalgia. El resto es historia.

Los que superamos esa etapa, adoptamos por costumbre juntarnos a cenar los días miércoles. Con dinero o sin dinero, como dice la canción. Con permiso de nuestras compañeras, si es que había (permiso/compañeras) o no. En nuestros departamentos o en sucuchos de mala muerte. La consigna era clara: cenar y compartir un momento. Quizás también, ¿porque no?, rememorar viejos-buenos momentos de nuestros años mozos.

Una de esas noches surgió como otras tantas charlas sin rumbo la idea de comenzar un emprendimientos juntos. Se tiraron varias ideas sobre la mesa como quién esboza un análisis de prefactibilidad… aunque, para ser sincero, no sabíamos muy bien de que iba todo eso. Lo cierto es que una de las idea fue la de armar una dietética. Hasta decidímos la microlicalización. Los días pasaron. Por equis motivo lo nuestro no se contretó pero Nueva Córdoba se llenó de lugares como los que jugamos a invertir, quizás impulsados por una de las peores crisis que vivió el país o porque nos leyeron el pensamiento.

¿Murieron todas las dieteticas?Año 2012. Nueva Córdoba no es la que solía ser. Casi no quedan dietéticas y, para ser sincero, casi no quedan locales pequeños como los que mirábamos por aquel entonces. Los montos de aquella inversión inconclusa ya no me parecen tan inalcanzable y mis amigos, los que hubieran sido mis socios, están diseminados por el mundo. Solo uno en Córdoba, donde vivo.

¿Ustedes se preguntarán, a que viene todo esto? Muy bien no lo sé. Solo sé que no todas las dietéticas han muerto y que hace unos días, una persona equis me recomendó visitar lo que ella denomina «su chino».

«Su chino» está ubicado en la calle Emilio Olmos casi esquina Maipú y no era tal, sinó más bien un argentino con cara de pocos amigos. Un hombre de escatimar sonrisas pero con una inconmensurable cantidad de productos de dietética tanto nacionales como de importación, que realmente dan ganas de visitar.

En esta ocasión por ser mi primera experiencia solo compré un aceite de oliva que andaba necesitando y una especie de bebida analcohólica de origen y contenido confuso.

Al momento de escribir estas líneas aún no la probe. Nomás estoy juntando coraje y luego, seguramente, pasaré por aquí para que se enteren que tal estuvo.

Mientras, ustedes solo ruegen por mi entegridad. 🙂