El IV Festival del choripán nos regaló una metáfora tan exquisita que preferí omitirla cuando hablé de los ganadores para poder desarrollarla después.

El choripán y la vuelta a lo simpleAño tras año para el festival los carros dan rienda suelta a su creatividad, juegan con los panes, los chorizos, las cábalas, decoran las estaciones de trabajo, llevan parlantes, mesas y sillas. Invitan amigos y usan todos los recursos que tengan al alcance para avivar «el folklore» del chori.

Cada puesto presenta al jurado lo mejor que tiene para la ocasión y es así que este año probamos choripanes con fernet, rúcula, queso, pan de queso, pan pita, laban, salsa criolla, aceitunas y otras variantes. Algunos buenos, otros muy buenos y otros simplemente ocurrentes.

Lo concreto es que pese a que la competencia no es el foco del evento, la competencia existe y puede haber un solo ganador. Este año el primer lugar fue para Choripán Robertito.

¿Cuál fue el secreto de Choripán Robertito? La vuelta a lo simple.

Para entender mejor a que me refiero escuchen al propio Robertito detallando la lista de ingredientes minutos antes de que el jurado probara los dos choripanes finalistas:

Dijo Robertito:

«Mayonesa, lechuga, tomate y chimi. Nada más, sencillo.»

Un tipo que solo buscó un buen pan, un chorizo y trato de no taparlo con nada raro se alzó con el premio al mejor choripán del año. Y a mi me pareció genial la vuelta a lo simple.


Btw: por otra parte aprovecho para recomendar leer la nota Revivir lo local de Josefina Martí en Hoy día Córdoba.