Aperitivo

Por: Macacha

Mientras tanto, entre que salgo nuevamente del hotel y cae definitivamente la tarde, decido que aperitivo voy a tomar.

Es popular en el mundo que no se puede estar en Italia y no disfrutar el aperitivo.

Está fresco, pero no tanto como para no sentarse afuera. Me voy a sentar al fresco, sin dudas, para poder fumar mientras disfruto mi Spritz.

El aperitivo es, sin duda alguna, la mejor costumbre de los italianos. Perdón, reformulo: el aperitivo y el café son, sin dudas, las mejores costumbres de los italianos.

Es la razón de ser de los bares y por eso hay tantos en Italia.

Desde el pueblo más pequeño hasta una ciudad como esta, están llenos de barcitos muy pintorescos y distintos. Obviamente, todos llenos de los mejores personajes y las más diversas historias.

Lo cierto es que a la mañana temprano se juntan en el bar por el café. Cerca del mediodía, se juntan por el aperitivo antes de almorzar. Después de comer, vuelven al bar por otro café. Y, nuevamente, a eso de las seis y media, siete, se juntan en el bar para tomar el último aperitivo del día, previo a la cena.

Ya sea con sus alegrías o tristezas o sus odios cotidianos, ellos se juntan y hablan fuerte y bien claro en el bar.

Es casi imposible determinar de qué están hablando. No porque no entienda su idioma, si no porque los italianos hablan de todo con la misma pasión y tono. Siempre con voz muy alta y pronunciación por demás clara. Ayudándose con gestos y movimientos de manos exagerados.

Tal vez, muchos no saben que en la lengua italiana las palabras se definen al final: sexo, cantidad, etc. Del mismo modo, los acentos casi no existen como tales y utilizan dos letras para darle entonación y acento a las palabras.

Creo que esto influye, y mucho, en su forma de hablar por demás clara.

Si nos adentramos en la historia, los romanos no han sido precisamente actores cautos y tímidos, por lo que, también de ellos, heredaron maneras bruscas en su forma de expresión.

Lejos de molestarme, me parece adorable su forma de ser y de hablar. Prefiero mil italianos hablando y gesticulando a todo volumen que la falsa educación de los ingleses. Será que en la vida, creo más en los fondos que en las formas.

Y, mientras yo saco todas estas absurdas conclusiones, el bar se llena de gente de traje, de overall, de jeans, de ropa de noche. Incluso sin lugar para sentarse, todos se juntaron acá para disfrutar el aperitivo con amigos o con aparecidos, como yo, que de tanto querer “la Italia” ya nos sentimos del lugar y jugamos casi de locales.

Macacha. Hotelera por vocación, amante de la música, los viajes y la gastronomía. Va por el mundo recogiendo historias, personajes y anécdotas. Paradógicamente odia armar valijas.

Foto: My beautiful adventures