Una de mis maneras preferidas de disfrutar las sierras de Córdoba es agarrando el auto los fines de semana y saliendo sin rumbo, sin horario y sin ningún tipo de planes.

Eso fue lo que hice el domingo pasado encarando el paseo por el camino de El Cuadrado para luego seguir por las sierras chicas hasta Agua de Oro.

A la vera de la ruta se divisaba un pintoresco restaurante con patio amplio y techo a dos aguas. Allí, en Angelita Restaurante, hice la parada técnica para el almuerzo.

El día estaba soleado pero con una brisa fresca que invitaba a estar en el patio, bajo una sombrilla pero en contacto directo con la naturaleza.

Angelita Restaurante

El restaurante está ubicado en la ruta E-53 a mano derecha si uno va desde la ciudad de Córdoba. El techo a dos aguas y el parque bien cuidado llaman la atención, quédese tranquilo que si va en auto lo va a encontrar con solo estas dos pistas.

Angelita Restaurante en Agua de Oro

La carta aclara que solo trabajan con productos de huertas orgánicas controladas por el INTA, los platos son elaborados en el momento (sin precocción) y que los pescados se cocinan a la plancha.

Además, el chef recomienda acompañar los pescados con salsa real elaborada utilizando su fondo de cocción y crema de leche sin TACC más su respectiva guarnición.

La forma de pago también está cuidadosamente seleccionada: NO SE RECIBEN TARJETAS.

Pastas y salsa caseras

Angelita Restaurante en Agua de Oro

La carta lo recalca hasta el cansancio por lo que no podía desobedecer esa voz, las pastas y salsas de Angelita Restaurante son caseras y hay que probarlas.

Así fue que me incliné por Panzotti de ricota y espinaca ($120) con salsa de pesto a la genovesa ($100) elaborada con albahaca, ajo, nueces, aceite de oliva y crema de leche. Lo sirven con queso rallado y refuerzan con un cuenco con más queso rallado para no quedarse cortos.

Por ser conductor designado no presté atención a la carta de vinos y bebidas alcohólicas. Solo recuerdo que con el almuerzo tomé una gaseosa de pomelo pero no recuerdo la marca ni el precio.

Los platos estuvieron muy buenos (además de mis panzotti probé el resto de la mesa), llegaron un tanto fríos para mi gusto pero no es nada que no se pueda corregir. La atención es buena y el lugar invita a quedarse y dejar pasar las horas en un marco que solo brindan las sierras de Córdoba en primavera.