Quienes, como yo, sientan pasión por guardar de recuerdo de los platos que comen en un restaurante, inexorablemente habrán entrado alguna vez en la disyuntiva sobre si el momento conviene retratarse con una cámara sofisticada o con el teléfono que llevamos en el bolsillo. La respuesta es sencilla, teléfono y cámara son válidos como herramienta pero en distintas ocasiones.
El teléfono es una herramienta que permite flexibilidad a la hora de propagar el contenido, basta no más de 3 clicks para compartir en Instagram el plato que estamos comiendo, de aquí a Facebook y luego a Twitter o a las redes que usemos. Para esto lo ideal es tomar las fotografías en baja calidad y por tanto más fáciles de enviar, dado que en estos casos lo importante es la velocidad a la hora de compartir el contenido y el 3G es un punto flaco en Argentina.
La cámara no permite la inmediatez que nos da el teléfono pero eleva la calidad de los registros fotográficos. En mi caso la utilizo para las fotos que luego voy a publicar en el blog, dado que quiero mostrar los platos con el mayor nivel de detalle posible y sin filtros como lo hago en Instagram. Además, mi cámara de fotos permite tomar fotografía en restaurantes con baja iluminación generalmente sin usar flash.
En mi caso uso el teléfono para subir imágenes desde los restaurantes para generar interacción/comentarios, el foco no está puesto en la calidad sino en la respuesta de la comunidad mientras tomo fotos para publicar en el blog con mi cámara de bolsillo Lumix con lente Leica de 16x de zoom óptico que traje de mi último viaje a Ciudad del Este, Paraguay.
Es decir, y pese a que hoy Argentina tiene sus limitaciones a la hora de comprar hardware, aproveche como yo cuando tenga la oportunidad de viajar o busque camaras en venta en OLX para adquirirla a través de internet pero a la hora de tomar fotografías para luego darles algún uso profesional o semiprofesional tarde o temprano necesitará de una buena cámara, con el teléfono no alcanza.