Icono del sitio Mis Fotosecuencias

Espigón de pescadores en el Club de Pescadores

Club de Pescadores uno de los restaurantes infaltable a visitar en Mar de Plata.

Espigón de pescadores es el restaurante ubicado en el Club de Pescadores de Mar del Plata.

Está dispuesto sobre la escollera en las playas del centro, al 1700 del Bv. Marítimo Patricio Peralta Ramos.

Cuenta con capacidad para 120 cubiertos y una vista inmejorable de de Mar del Plata ya que por estar sobre el mar permite observar de frente la ciudad.

Espigón de Pescadores es un típico bodegón pero con el foco en los productos de la zona, me refiero puntualmente pescados y mariscos. Los ofrecen fritos, con arroz y en otras preparaciones.

Comer en el Club de Pescadores

Llegué al restaurante para mi segundo almuerzo en Mar del Plata nuevamente pasadas las 15hs. Un horario un tanto tarde para un restaurante normal pero en esto bodegones clásicos la cosa parece no detenerse y siempre hay lugar para marchar un plato más.

Pese a mi horario de ingreso todavía quedaban algunas mesas ocupadas y luego se ocuparon algunas más. Siempre con una cordial atención.

Mientras leía la carta para definir que pedir el mozo se acercó con un apetizer: anchoas con pan recién hecho y manteca. Un pan que se deshacía en migas al manipularlo, fresco y rico.

Una combinación que por más lógica que parezca nunca la había probado por lo que además de disfrutar el momento me llevé un tip para casa.

El plato elegido fue una Cazuela de mariscos ($915) que rinde para dos personas y fue de las mejores que probé en el último tiempo. Una cazuela bien cargada que llegó a la mesa aún es estado de ebullición y fue realmente un festín de mariscos.

Valga la confesión de que la foto no le rinde honores a la cazuela ya que de ese cuenco salieron al menos cuatro porciones. Algunas más grandes que otras pero en concreto comen dos personas tranquilamente.

El vino fue un sauvignon blanc ($190) bien frío anduvo de mil maravillas para acompañar la cazuela.

Además de lo consumido el restaurante cobra el cubiero ($50). Es un dato que no cambia la percepción del local y no varía significativamente el ticket pero que vale aclarar.

También es importante decir que el baño viene flojito de higiene y con bastante más sarro que el que me gustaría ver en un lugar donde me siento a comer.

Finalizado el almuerzo no hubo espacio para el postre porque entre los landmarks  que traje agendados había un gran espacio para heladerías y así es que fui a ver de que se trataban.

De todas formas recomiendo guardar una copa de vino para quedarse sin apuro contemplando el mar golpear la playa y mirar la ciudad de frente.

Un gustito que hay que darse en la vida. Porque después de todo a los gustos hay que dárselos en vida.

Tras el almuerzo no queda otra que saludar y salir a recorrer la ciudad entre caminatas y helados. 🙂

Salir de la versión móvil