En algún rincón de barrio Cofico hay una casa especial. Solo una. Una casa que los días sábado por la noche abre las puertas y recibe a todos cuantos quieran despuntar el vicio de disfrutar de la buena comida en un ambiente sin formalidades.
Este restaurante a puertas cerradas cuenta con espacios reducidos, luz tenue o directamente velas, escaleras angostas para moverse entre los pisos, una ambientación vintage, mesas irregulares compuestas de sillas, sillones y sofás y es musicalizado en la planta superior con un viejo tocadiscos al que los comenzales tienen acceso para decidir que quieren escuchar. Se siente como estar comiendo dentro de la red social Instagram.
El ritual es sencillo. El comenzal llega a la hora que el Chef Giulio confirmó, se ubica y rápidamente una persona con muy buena predispocisión se acerca para leer las opciones de la noche. El abanico de opciones es escueto. El menú cuenta con solo 2 entradas, 2 principales y un postre, como haciendo valer la condición «dueño de casa» y de que en su casa manda él.
Una vez realizado el pedido solo resta esperar. Para amenizar e ir abriendo el apetito, el mozo ofrece una crema de berenjenas con leve dejo ahumado y unas rodajas de pan que bien podrían estár tostadas. Ahora si, sin más preámbulos pasamos a los platos de la noche:
Entrada
Brusquetas de jamón crudo con cherrys y albahaca. 25$
Plato Principal
Lasagna con albondiguitas de cordero, hongos de pino y cherris confitados. 60$
Postre
Pan brioche con helado de crema americana y castañas. 20$ [Aclaración, la presentación estuvo bien pero la base era caliente y el subir dos pisos por escaleras, más mi demora en sacar la foto hizo que el helado comenzara a derretirse]
Finalizada la cena solo resta decir ¡pulgares arriba, Giuilio!
Una rica cena, una buena atención y un escenario particular hacen de este restaurante a puertas cerradas una experiencia diferente que, sin lugar a dudas, invito a descubrir.
Más info: E La Nave Va