Resulta que hace unas dos semanas me encontraba buscando lugar para un almuerzo. Un almuerzo de esos en los que nada debe fallar, un almuerzo en que el no importa tanto el precio siempre que las cosas salgan bien.
Pregunté en Twitter, personalmente, busqué en páginas temáticas y googleé hasta que di con un menú que parecía interesante. La página de Facebook de un restaurante publicaba un menú de pasos a un precio que a simple vista era una verdadera ganga, $380. El restaurante es muy bueno por lo que el precio parecía aún menor al real, quizás porque entra a jugar además una percepción de valor agregado dado que uno ya conoce de que se trata la propuesta del lugar.
Hasta aquí todo genial pero como cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía, agarré el auto y fui hasta la Av. Rafael Nuñez a ver de que se trataba. Al llegar me recibieron con una sonrisa y con la misma amabilidad con que detallaron cada paso del menú me informaron que el mismo cuesta $680 más vino. Confieso que el cambio de precio me hizo ruido pero ahora si estaba en un rango razonable por lo que dejé pasar la situación y seguí concentrado en los detalles de la comida. Quedaron en enviarme un correo con la descripción y algunos detalle más antes de que les confirme la reserva.
Así es, el precio del menú de pasos que en mi casa ví a $380, que un par de horas después me dijeron personalmente que en realidad costaba $680 había vuelto a cambiar de precio. Ahora el menú de pasos ya costaba $710 más el vino.
Esta vez no pude contener mi genio y respondí consultando porque el precio no coincide con el publicado en Facebook (no pregunté por el de $680 que me dijo mirando a los ojos, sino por el de $380 que al mismo tiempo adjunté en el correo). La respuesta no se hizo esperar, apenas unos minutos después de enviar mi consulta mi casilla volvió a novedades.
Lo cierto es que el almuerzo no se realizó en ese restaurante, que al momento de escribir este post el menú sigue público en la página de Facebook con un precio de $380 y que toda esta situación me recordó a un post que escribí hace un par de años y que invito a (re)leer:
Hace un par de años escribí esto. Ayer recordé:
Restoranero, ¿dejaría el servicio de un sábado en manos de un CM? https://t.co/s74tl0caUD
— Mauro Duarte (@becube) 6 de septiembre de 2016