Llegué a las 12.30 tal y como lo decía la tarjeta y me encontré con casi 200 personas, tenedor en mano, dispuestas a dejar de lado los prejuicios y comer hasta tener que desabotonarse el pantalón.
Para ser más explicito, fue como estar en una gran orgía pero donde todos estabamos vestidos y sin contacto físico.
El menú se componía de una entrada de fiambres…
… y las pastas caseras propiamente dichas. En este caso, y sin límite de porciones, comí tallarines, sorrentinos de jamón y queso, además de ravioles con salsa mixta y carne al horno. O.o
Pan casero , vinos de Bodegas La Caroyense y helado artesanal, completaron el menú. Todo realmente increíble.
Les sugiero ir agendando la fecha para no perdérselo el año próximo. 😉