Bahía Inglesa es pueblo perdido en la Tercera Región de Chile, aproximadamente a la altura de Tucumán o Salta pero en el país trasandino. El lugar cuenta con 152 habitantes, según un censo de 2002 que publica Wikipedia, playas de arena blanca, agua transparente y una calma que permite parar la pelota y recargar pilas para comenzar un nuevo año de trabajo. No cuenta con cines, centros comerciales, semáforos, la conectividad a internet es casi nula pero si con varios comedores/restaurantes, por lo que el descanso está garantizado.
A Bahía Inglesa llegué tras volar a Santiago y combinar con un vuelo hasta el Aeropuerto Desierto de Atacama. De allí por tierra hasta Caldera y luego en «taxi colectivo» hasta mi hospedaje que estaba ubicado frente al mar en el extremo sur del pueblo.
El pueblo no tiene gran desarrollo en infraestructura pero si tiene restaurantes y comedores que, sumado a la playa, es todo lo que un ser humano necesita en vacaciones. Yo puse el cuerpo por ustedes, lectores ávidos de novedades, y salí a recorrerlos. Aquí les dejo un listado con 5 restaurantes en Bahía Inglesa:
Este fue el bar/restaurante que mas veces visité al salir de la playa, algunas veces motivado por sus promociones y otras simplemente porque me pareció el establecimiento más completo del lugar. Al estar al frente de la playa permite tomar algo sin alejarse del paisaje.
No tiene wifi pero aceptan tarjetas.
El bar está atendido por argentinos con la mejor de las buenas ondas por lo que rápidamente podemos sentirnos a gusto.
Tampoco tiene wifi pero si aceptan tarjetas.
Está ubicado a unos 50 metros de la avenida principal, en la calle Miramar 182.
A orillas del mar hay puestos en los que podemos encontrar piletas con ostiones vivos recién pescados, uno puede elegirlos y llevarlos o comerlos en el lugar con un poco de sal, pimienta y merken.
Cada ostión cuesta unos 0,40US$ y también se los consigue en empanadas a poco más de 1US$.
A este restaurante fui con los minutos contados ya que el taxi me venía a buscar para ir al aeropuerto por lo que solo pude comer empanadas de camarones con cerveza ya que era lo más rápido. Las empanadas era muy buenas y de un tamaño excesivo, como todas las del lugar. (Ver empanada de camarones)
Antes de retirarme pedí un pisco sour que no me gustó, creo que fue uno de los más feos que probé en Chile. Me levanté a preguntar con que lo habían hecho esperando que me digan Mistral 35 como en casi todos los lugares pero no, me mostraron dos botellas sin ponerse de acuerdo. En síntesis, creo que era un pisco sour Capel que viene preparado en botella. En fin.
No tiene wifi pero si aceptan tarjetas.
Mi experiencia no fue la mejor porque se suscitó un problema con la cuenta dado que el ticket final no reflejaba los precios de la carta. Luego el mozo me explicó un tanto enojado que habían cambiado los precios y justo me tocó a mi una sin las correcciones y que él no podía saber cual era la carta corregida y cual no. A lo que respondí que entiendo que entiendo pero no me parece que yo deba pagar más caro por un error de él. En resumen, para no pelear pagué la cuenta pero no dejé propina.
Sinceramente me pareció una muy buena opción. No tiene wifi y también acepta tarjetas.
Bonus track:
Por 1US$ o unos centavos más dependiendo de la variedad uno puede probar estas de estas delicias que no son novedad para nuestro paladar pero nunca está demás disfrutarla.
Ok, ok… no serán lo de la Chocolatería San Ginés pero se la bancan. 😉
En síntesis, es un pueblo con buenas playas, sin cajeros, internet ni nada electónico pero que permite comprar con tarjetas todo lo que necesitamos para nuestra estadía. Una experiencia por demás recomendada.