En el mes de septiembre se realizó en México la cuarta edición de los Latin Americas’s 50 Best Restaurants. Una vez más me encontró entre viajes que no permitieron comentarlo en su momento pero vengo nuevamente luego de que bajó la espuma a decir solo un par de líneas.

Latin Americas's 50 Best RestaurantsLas conclusiones que saco a simple vista son que Argentina vuelve a perder un lugar en el ranking y que Francis Mallamann vuelve a darle un lugar en el mapa gastronómico a Mendoza.

El hecho de perder posiciones en el ranking, creo yo, no habla necesariamente de que Argentina ha bajado la calidad de sus restaurantes sino más bien de que la gente de los 50 Best Restaurants afinó el lápiz y salió a ver que hay en Latinoamérica más allá de las ciudades cabeceras. Quiero decir que en mi opinión habla más de una maduración tanto del ranking como de los países que se animan a sumarse a este juego.

Ahora bien, perder cuatro posiciones en un ranking no es algo gratuito como tampoco lo es contar o no con restaurantes ubicados en provincias. Y aquí es donde tangencialmente se tocan los dos puntos que identifique al principio porque todo muy lindo con ir a comer y subir fotos en Instagram para sumar corazoncitos pero la gastronomía es más que eso. Para tomar dimensión del punto al que quiero llegar cito textual un parrafo del artículo «La alta cocina, el nuevo atractivo turístico que se disputan los países de América Latina» publicado en NYT y que naturalmente recomiendo leer:

Algunos gobiernos de la región —primero Perú, donde las cifras oficiales señalan que el turismo genera casi un cuatro por ciento del producto interno bruto; luego México, donde esta actividad aporta el 8,6 por ciento al PIB— vieron el potencial que tenían entre manos y crearon planes de desarrollo turístico tomando como base su cultura culinaria. Son países marca que tienen a la cocina entre sus principales activos.

En resumidas cuentas, la gastronomía es una industria capaz de motorizar la economía de forma directa e indirecta. Pero esto primero hay que entenderlo y luego saber administrar.